un premio para las pulgas y los piojos

 

 

¿Con cuánto habrá pautado en Arcadia el Mincorrupta?

 

 

Con la regia firma de la hercúlea Mariana Garcés Córdoba, el Ministerio de la Colcurrupta Nacional ha remunerado con algo mas de veinte mil dólares una miscelánea preparada por el chavista venezolano Enrique Hernández de Jesús, titulada La serena hierba, de la fingida poesía de Don Horacio Benavides,  natural del resguardo Bolívar en el cantón de Pablo Catatumbo, uno de los herederos de Don Quintino, el quillacinga que con tanta fiereza apremió Guillermo Valencia mientras cazaba patos por los páramos de sus latifundios payaneses.

 

Coautores de esta exacción del peculio son tres condotieros del verso que durante lustros han embestido heterogéneas fuentes del erario para fundar una gilda de sinecuras donde se practica el toma y daca:  el yo te leo si me lees, yo te premio si me premias, yo te invito si me invitas: Rómulo Bustos Aguirre, aclamado como Jiang Qing del versículo; Piedad de Fátima Bonet de Segura, acreditada como Crueldad Bon Ice o la Madre Nacional del Llanto por la Fama y Ramón Eduardo Cote Baraibar, cuyo alias es El Negro de Gaviria, por haber servido al ex carcelero de Pablo Escobar como amanuense durante varias décadas.

 

Tres joyitas que dicen haber leído y valorado la obra de 58 rivales  entre los que figuraban epítomes de Antonio Silvera, Ángela Tello, Carlos Vásquez, Cristóbal Valdelamar, Felipe García, Guillermo Linero, Gerardo Rivera, Joaquín Mattos, Hernando Cadavid, Julio Cesar Goyes, Lilia Gutiérrez, Luisa Fernanda Trujillo, Maria Clemencia Sánchez, Mery Yolanda Sánchez, Pablo Estrada, Raúl Henao, Eduardo Serrano o Wiston Morales, encomiando el insectario y refrito del nativo caucano por ser “muestra de una voz sostenida con altura a lo largo del tiempo, de gran poder comunicativo que despliega un lenguaje que posee levedad, rigor y hondura pues hay en ella una reapropiación muy moderna del mundo campesino dándole resonancias cósmicas”.  ¡Virgen del Carmen!

 

 

Julio César Londoño, Eduardo Delgado, MT Aguilera Garramuño, José Zuleta, Medardo Arias, Adolfo Montaño y Horacio Benavides durante una sesión de mutuos elogios.

 

 

Sabido es que los premios no se los gana quien los merece sino quien tiene amigos entre el jurado y quien ofrece el estímulo. De allí que lo protervo no sea no limpiarse un premio sino no pertenecer a la rosca que lo consiente. Ninguna novedad hay en ello. Ernesto Sábato contó cómo un editor español de un conocido premio de novela fue hasta Buenos Aires para solicitar que concursara en el evento y como éste le dijera que no tenía escrita ninguna, el empresario, sin inmutarse le respondió: No importa, Ernesto es que ahora te vas a poner a escribir la ganadora. Patrañas como esta se repiten a lo largo de la historia de los premios. Y qué no podría contarse de las aventuras del librero peninsular Chus Visor, que controla una quincena de premios, que han favorecido a dos miembros de la secta colombiana, antioqueños ellos, ideólogos de la aventura que comentamos con el lírico de los parásitos.

 

 

Gabriel García Márquez anuncia el futuro del Ministerio de Cultura de Ernesto Samper en una caricatura

de Pepón publicada en El Tiempo.

 

 

Que el ministerio de la corrupción de la cultura está usurpado hace años por los enemigos del sistema tampoco es confidencia. Es una doctrina que el estado colombiano ha cultivado desde los tiempos de Alberto Lleras Camargo cuando el Frente Nacional entregó a la zurda la Universidad Nacional para que como decía Carlos Lleras Restrepo vivieran en el “otro mundo”, gozando de los jornales de oro de la burocracia académica. Mincultura fue establecida como dijo Gabriel García Márquez para hornear rosquillas y colocar a los hijos, sobrinas y nietas de los gacetilleros de la oposición. Pida usted una lista de los funcionarios de ese ministerio y con la mayor rapidez se dará cuenta por qué Abad, Arbeláez, Bonet, Cote, Díaz Granados, Jaramillo, Molano, Mutis, Ospina, Peñasco, etc., son caracteres de poder en sus dependencias y las de los distritos capitales donde se reparten jugosas partidas presupuestales y se gestan delegaciones nacionales a eventos internacionales. Las secuelas del manejo de ese ministerio desde la casa de un ex presidiario en la capital azteca no terminan. Que eso es cierto se demuestra viendo la foto de Les belles colombiennes, un evento pagado por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez para que lo acusaran de asesino por toda Francia con la excusa de que quienes lo acusaban eran los escritores mas publicados en la capital gala, ignorando a la secuestrada mas famosa en esas tierras, que mas libros había vendido en esa lengua, Ingrid Betancur. Pero ella no era ni mal agradecida ni mal nacida.

 

Don Horacio Benavides es un Golem de esa camarilla. Y sirve para ningunear a los malquistos del grupo con el cuento de que es miembro de la minoría expoliada y además un sumiso con cara de pendejo y un morrongo con nadadito de perro que paga favores desde las ediciones La escala de Jacob, de la Universidad del Valle, operada por su inseparable coadjutor, diagramador de miles de errores de ortografía Orlando López Valencia donde han publicado cosas tan exóticas como Grafías del insecto de Don Nelson Romero.

 

 

Según la mitología que se ha inventado, siendo niño en los polvorientos caminos del resguardo dio con una famélica podenquita a quien quiso mas que a sus propios padres y hermanos y desde entonces el amor por los ácaros que hacen insoportable la vida de los humanos son una de las metáforas de la existencia y es por ello que les celebra en sus poemas minimalistas. Niguas, pulgas, ladillas, ñatos, garrapatas, zancudos, moscas, liendres y demás bichos causantes de la fiebre amarilla, el dengue, la encefalitis, la fiebre maculosa, el tifus, la tularemia, la malaria, la enfermedad de chagas, la sarna y la miasis, que hicieron famosos a los popayanejos como Patojos, según informa el Doctor Adolfo Vera Delgado, han dado lustre a su lírica y tranquilidad a su alma.

 

Es por ello uno de los sacamicas de Casa Silva lo ha descrito como “un gato que vive en una casa antigua, entre caballos, elefantes, cerdos, murciélagos y pájaros” y según el hijo de Rubayata sus efluvios  sorprenden en su pasión asordinada y en la fluidez que mana del agua y su poder seminal. No se trata de ascetismo telegráfico, ni de una suerte de estreñimiento verbal disfrazado de rigor. Esculca una visión del adentro para habitar la palabra, que es afuera.”. ¡Virgen del Carmen! Y por esa humildad y buena voluntad la camarilla le ha concedido el Premio del Instituto Distrital de Cultura durante la segunda administración del que muestra el culo, y el Cote Lamus, concedido desde la Universidad Externado por otro promotor de poetas de tercera categoría.

 

 

Volviendo al libro premiado, La serena hierba es un pastiche De una a otra montaña, otro mamotreto de cuatrocientas páginas publicado con dineros de la Universidad Nacional por la troika Bonet, Cote Baraibar, Cadavid, al descuido de Mariela Agudelo,  una amiga de Juan Manuel Roca, con la sombra dilapidadora de Santiago Mutis Duran al fondo en los Talleres Rocca de Ediciones bajo la rectoría del circunciso Moises Wasserman Lerner que de poesía sabían mas Sansón y Dalila. El bodrio lleva otro odre, un prólogo de Augusto Pinilla que debió titularse El bien pagá. Cerca de 400 descripciones zoológicas que ni Hesíodo, Esopo, Nicostrato, Fedro ni Flavio Aviano, fueron capaces de confeccionar con tanta ordinariez como este Horacio mejor conocido como Dame Plata Tagore.

 

La serena hierba publicada por la que fue Monte Avila, aparentemente confeccionada por Hernández de Jesús, lleva una vergonzosa presentación de este chisgarabís que ha vivido a costa de los gobiernos adecos, copeyanos y chavistas  que ha logrado esquilmar con sus mañas de timador y chanchullero. De ello pueden dar buena cuenta William Ospina y José Mario Arbeláez a quienes este bandido despojó de parte de los premios Rómulo Gallegos y Víctor Valera Mora.

 

Este premio de Mincorrupta es una vergüenza más. Ni el libro, ni la poesía de Dame Plata Tagore valen un maravedí. Por algo JG Cobo Borda, con su habitual picardía borgiana dijo que en la pretendida poesía del quilla “los ángeles de García Mafla se han convertido en sapos”.

 

Revista Clava, Cali, 02 de Agosto de 2013.

 

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