El malpensante

 

La revista bogotana El Malpensante, incluye en su número 100 un par de textos [De las proporcionesBreve historia del pene y aledaños, a través de los siglos y los años], que certifican la calidad del periodismo y literatura colombianas, y son reflejo de los refinados gustos de su propietario,  el empresario y coleccionista de arte Don Andrés Hoyos, y los del director, Don Mario Jursich, insigne poeta y esposo de la editora de Alfaguara, Doña Pilar Reyes, hija del ex propietario por diez años [1992-2002] de la Biblioteca Nacional de Colombia, don Carlos José, habiente de 12.000 libros sin leer, pero uno de los padres del Plan Nacional de Lectura, que compra, cientos de miles de libros, millares de ordenadores, impresoras, papel, lápices, borradores, DVD, CDR, lápices de memoria, etc., etc., a empresas peninsulares como Prisa o mexicanas como FCE, a través unas juntas muy honorables de expertos en bibliografías, cámaras y ferias del libro. Doña Pilar llegará de esa manera a ser la gran jefa de Alfaguara en Madrid.

 

De las proporciones es un espinoso asalto a la directora de otra revista, parecida a El Malpensante, que poniendo una vela a Dios y otra al Diablo, traza un perfil, destilando toxina de áspid, de un personajillo de la farándula literaria, muy dado, él, a desfigurar personalidades de las letras como Don Mario, Doña Piedad, Don William, Don Héctor, Don Darío, etc., cometiendo el craso error de llamarlo El Sainte-Beuve colombiano, cuando debería llamarle El Carnicero Retórico, o El Sandokán del Plectro.

 

Copiamos a continuación un fragmento de tan encendida diatriba, resaltando sus aciertos gramaticales:

                                   

“Otro tanto podríamos decir de “la corrupción”, la segunda tesis que esgrime Sainte-Beuve en la mayoría de sus panfletos. Según él, todos los festivales que se organizan en Colombia son promovidos por “fundaciones ficticias donde socavan el dinero de los contribuyentes”. Nosotros, que también hacemos un festival y sabemos lo que implica, solo podemos sonreír ante esas boberías. Es verdaderamente facilón preguntarse, con el tono más hipócrita del mundo, “¿sabe alguien cuántos hospitales podrán construirse con la plata que se da a esos eventos?”, pero mucho más difícil aportar pruebas específicas de que nos dedicamos al saqueo del erario público. Y esa ausencia de pruebas invalida hasta los casos en que uno podría estar de acuerdo con Sainte-Beuve. Sus denuncias sobre los malos manejos que la Fundación Prometeo hace del Festival de Poesía de Medellín, o sobre la corrosiva influencia del editor Jesús García Sánchez en los premios españoles de lírica, parecen tener, como dice Ponsford, “un alocado parpadeo de verdad”, pero como son inespecíficas y se mezclan con soberanas pendejadas, acaban anulándose a sí mismas. ¿Se imaginan ustedes que la Fiscalía lleve a juicio a Fernando Rendón, el director del Festival de Poesía de Medellín, porque supuestamente “es un vividor que trae a un montón de indígenas para fornicárselas”?

 

En su empeño por demostrar que todo el mundo, salvo él, es corrupto, Sainte-Beuve llega al extremo de condenar a todo escritor que gane dinero con la publicación de sus libros. “Falsarios del plectro y adictos al vil metal” llama a Juan Manuel Roca y a William Ospina; “los insaciables del billete” es su calificativo para Guillermo González, director de la revista Número, y Luis Ángel Parra, animador del Taller Arte Dos Gráfico. El argumento es tan rematadamente Jursich que hasta vale la pena comentarlo. ¿Por qué habría de ser inmoral que un autor pueda vivir de lo que escribe? ¿No es, por el contrario, un ideal al que muchos aspiran pero que rara vez se cumple? Lo peor de este argumento es que Sainte-Beuve lo estira al punto de sostener que Héctor Abad Faciolince es la única persona del mundo “que ha ganado millones con el fusilamiento de su padre”. Mantener una opinión como esa es una bellaquería, por supuesto, pero también es un ejemplo inverosímil de incoherencia. […] Nada nuevo en su mundo de constantes traiciones: ¿sabe alguien que Arcadia estaba apenas saliendo de la imprenta y ya Sainte-Beuve distribuía una versión diferente y “embellecida” del perfil que le hizo la señora Ponsford?”

 

El segundo artículo, mejor refrito, Breve historia del pene y aledaños, a través de los siglos y los años, transcribe un poema de putiadero, famoso entre la zanganería etílica de los años cincuentas, que delata más que picardía u obscenidad, la asfixiante represión del catolicismo a las demandas del cuerpo, en  unas almas que, como recuerda el doctor Alfonso López Michelsen en sus memorias, hacía que los pobres optaran por dar un paseo en tranvía y los ricos jugar al golf en vez de hacerse una paja o echarse un polvo con una casquivana o una de alquiler.

 

Pero de nuevo, lo más notable es la sintaxis y prosodia, del texto que introduce los poemas. Copiamos otro fragmento, para delicia o repulsión de nuestros abonados.

 

“Por allá en los años sesenta, un montón de intelectuales medio borrachos y medio inspirados comenzaron a soltar seguidillas de versos obscenos en algún café del centro de Bogotá. El arranque espontáneo se convirtió en un ejercicio habitual: se pasaban la pelota y entre todos iban armando los poemas que conformarían La historia del pene y aledaños a través de los siglos y los años. 

 

Poco más que conjeturas es lo que se sabe de ese libro inédito. Así lo hicimos saber hace un par de ediciones cuando publicamos dos poemas que se atribuyen a uno de los contertulios, Arturo Camacho Ramírez. También en ese número anotábamos algunas especulaciones sobre los implicados en los poemas y pedíamos ayuda a cualquier fuente amiga para completar la historia.”

 

Si quiere el lector darse la pela leyendo los textos completos puede hacerlo en la revista mencionada. Aquí hacemos un adelanto de los poemas, que según dice nuestro filólogo de cabecera, el alemán Alfonso Hansen Baba, fueron confeccionados en New York, en los años cincuentas, por un tarambana muy afortunado y amigo de poderosos, homónimo de uno de los más prestigiosos colaboradores hoy, de El Malpensante, el Maestro Guillermo Angulo. Lo que pasa es que el otro, el poeta, no cultivaba orquídeas ni palmas africanas, sino dinero público.

 

Soneto a la Valenciana

       

Abandona un momento tu lecho cuneiforme

de faquir sodomita que en anhelo tardío

–¡cacorro innominable, pederasta de río!–

revuelcas en el fango tu espalda proteiforme.

 

Príapos ebanitas cércante con su enorme

ménsula espatulada y un Apolo cabrío

insemina tus glúteos al ardor del estío

con el chorro implacable de su sexo disforme.

 

Por ti, Gabo mastúrbase insomne en La hojarasca;

Mutis, con Essolube, sueña que te lo atasca;

Casimiro solloza de impotencia y locura

 

y Fuenmayor, blandiendo su verga pretoriana,

impasible castiga tu carne casquivana

¡oh, gran marica, oriundo de Soledad la Impura!

 

 

[Indias Occidentales]

 

El altivo señor Quemuenchatocha

agarraba a las indias por la chocha

y dispuso el cacique con acierto

seguir tirando hasta después de muerto.

Se cuenta que el cacique Nemequene

azotaba a las indias con el pene.

Y también Belalcázar y Quezada

clavaban a las indias en manada.

 

Refieren que el ilustre Sabio Caldas

flora encontró bajo las faldas.

Vino luego el gusto del trasero

con el Virrey Antonio Caballero.

 

Simón Bolívar, genio consagrado,

fundó la orden de “El Cojón Rayado”.

Y sin descanso ejecutó Nariño

los “Derechos del Hombre” desde niño.

 

Más tarde triunfó la berraquera

con el uso que al pingo dio Mosquera

quien confiscó a los padres jesuitas

doscientas veintitrés casas de citas.

 

Así explicase con rudo castellano

todo el origen del linaje humano,

lo que quiere decir sin más disputas

que en el mundo hay muchos hijueputas.

 

El Malpensante, nº 100, Bogotá, Agosto, 2009

 

 

La Chili en brazos de Sainte-Beuve durante una de las tenidas etílicas en la Librería Gran Colombia, con el Doctor Clímaco Giraldo, famoso constitucionalista, al fondo.

 

P.D. Informa el preclaro y memorioso editor Gerardo Rivas Moreno, que el poema aludido fue confeccionado en la sesiones etílicas de la otrora concurrida Librería La Gran Colombia de Carlos H. Pareja, que contaba con la visita de notables letrados y leguleyos como Julio Martin Uribe, Estanislao Zuleta, Álvaro Ávila, Guillermo Puyana Mutis, The Vasquez Castaño Brothers, Belisario Betancur Cuartas, mejor conocido como La Mirla, Mario Vélez, Delimiro Moreno, Héctor Rojas Herazo, Enrique Sánchez, Jorge Child Vélez, Iván Ocampo de la Pava, Álvaro Vélez, Chucho Bejarano, Guillermo Rodríguez, Rafael Stevenson...

 

Martín Uribe fue un tremendista, que igual improvisaba un soneto, una endecha u octavilla, como lo atestigua Lisandro Duque Naranjo en un obituario de El Espectador. Lo que no se sabía es que Martín Uribe fue quien dio la redacción final al extenso poema, con la ayuda y colaboración de su asistente lírica conocida como La Chili, perdidamente enamorada del apuesto Tirso Roldán, y cuyo nombre de pila se nos escapa, a pesar de los esfuerzos nemotécnicos del Doctor Vicente Apráez Apráez. Hay si, una foto de ella en brazos de Sainte-Beuve, que aquí colocamos por si alguien puede recordar su nombre. Para más información sobre este asunto, ver Simón Latino y la Librería La Gran Colombia, patrimonio cultural de Bogotá, de Albio Martínez Simanca, Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004, 201 págs., PVP.: $14.000

 

El Malpensante,  Bogotá, agosto de 2009

 

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